«Todo el mundo tendrá que poner de su parte en el esfuerzo», se atrevió a decir Bayrou cuando presentó su plan para ahorrar 43.800 millones de euros a costa de las clases trabajadoras. No sólo no se compartirá el esfuerzo, sino que mientras el gobierno trata de imponernos nuevos sacrificios, los capitalistas seguirán engordando.
Con la duplicación de las franquicias para medicamentos y las medidas contra los enfermos de larga duración, la parte más pobre de la población ya no podrá curarse. Los más ricos podrán seguir pagando la franquicia y permitirse clínicas privadas.
La no sustitución de los trabajadores del sector público que se jubilen supondrá la supresión de 3.000 puestos de trabajo. Esto significará menos profesores delante de los alumnos, menos cuidadores, menos personal de comedor. Y la población trabajadora se llevará la peor parte, al igual que la reducción de los presupuestos de las colectividades locales. Cuando los municipios tienen menos recursos y las asociaciones menos fondos, no son los más ricos los que sufren.
La congelación de las pensiones obligará a los jubilados a apretarse el cinturón. Los trabajadores más pobres verán recortadas sus prestaciones sociales en varias decenas de euros al mes, lo que les hará la vida imposible. En cambio, los 211.000 millones en regalos a la gran patronal no sufrirán ningún rasguño.
En cuanto a la propuesta de suprimir dos días festivos, es repugnante. «Hay que trabajar más», añadió Bayrou. Pero que se dirija a aquellos a los que sirve, los Bernard Arnault, Dassault, Peugeot, ¡que no trabajan y ven crecer su fortuna cada día! Por otra parte, cuando uno es ayuda a domicilio, obrero de una cadena de montaje, basurero, obrero de la construcción sin papeles, cajero de un hipermercado o asistente en una residencia de ancianos, el trabajo es agotador. Ya trabajamos demasiado, y además mantenemos la sociedad en funcionamiento.
Los capitalistas se enriquecen con la riqueza creada por nuestro trabajo. A pesar de la crisis, gracias a los despidos y los cierres de fábricas, el dinero fluye hacia sus arcas: 133.000 millones en dividendos para los accionistas en 2024. Y la fortuna combinada de los 500 capitalistas más ricos de Francia asciende a 1,128 billones de euros, casi el doble que en 2017. Quién más ha visto duplicarse sus ingresos en menos de diez años?
El gobierno dice que quiere reducir la deuda pública, pero nunca menciona la quita de las arcas de los más ricos ni el fin de los enormes regalos a las empresas. En este sistema, nunca hay suficiente para los más ricos y siempre hay demasiado para los trabajadores.
El gobierno también quiere que nos apretemos el cinturón y trabajemos más para financiar la compra de armamento y, por tanto, los beneficios de los comerciantes de armas. Sólo este año, Dassault ha visto aumentar su fortuna en un 24%, gracias a las ventas del Rafale.
Para justificar la explosión del presupuesto militar, Macron habla de la necesidad de defendernos en un mundo cada vez más violento. Pero, ¿quién está creando tensiones en el mundo sino nuestros propios capitalistas, nuestros propios gobernantes? Las guerras en Oriente Medio, Ucrania y África ya han permitido a los capitalistas franceses hacer negocio. Lo que motiva a Macron no es la barbarie en la que se está hundiendo el mundo, sino asegurarse de que los capitalistas a los que sirve obtienen su parte del pastel en cada conflicto presente o futuro.
Estos gobernantes, que atacan nuestras condiciones de vida, nuestras vacaciones, nuestros salarios y quieren hacernos trabajar más hoy, son nuestros principales enemigos. No son de fiar, ni cuando hablan de ahorro, ni cuando hablan de defensa. Están al servicio exclusivo de los capitalistas franceses y nos ven como carne de cañón para explotarnos hasta que puedan convertirnos a nosotros y a nuestros jóvenes en carne de cañón. Nunca nos defenderán ni en tiempos de paz ni en tiempos de guerra.
En esta sociedad, sin nosotros y sin nuestro trabajo, los capitalistas y sus servidores no pueden hacer nada, ni siquiera beneficiarse de su fortuna. Depende de nosotros utilizar nuestra fuerza colectiva para hacer que el gobierno se trague sus ataques. Es vital que no les dejemos salirse con la suya. Defender nuestras condiciones de vida y de trabajo significa también defendernos contra quienes preparan las guerras del mañana.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 21 de julio de 2025