Una sangría para las clases trabajadoras, un premio gordo para los mercaderes de armas

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 7 de julio de 2025
7 de julio de 2025

Por debilitado que esté, el gobierno Bayrou tiene un firme rumbo de intensificar la guerra social recortando 40.000 millones de euros del presupuesto de 2026.

La burguesía lo exige y los ministros se comprometen a ello: no habrá subidas de impuestos ni recargos excepcionales para las empresas o los ricos. Habrá recortes de hachazos en gastos esenciales para las clases trabajadoras.

El gobierno planea congelar los presupuestos de los ministerios y las autoridades locales el año que viene. Esto significará la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo en sanidad, educación, justicia y servicios sociales. Los niños de los municipios obreros se verán privados de piscinas y clases de judo. Las escuelas seguirán convirtiéndose en calderos cada vez que haya una ola de calor.

También planea congelar la escala de impuestos, las ayudas familiares, la ayuda al alquiler, el ingreso mínimo y las pensiones de jubilación, mientras que la inflación no se ha detenido. Esto significa un empobrecimiento mecánico para los millones de personas afectadas.

Amélie de Montchalin, Ministra francesa de Cuentas Públicas, quiere «atajar los nichos fiscales inútiles». Lo que ella considera «inútil» no son los miles de millones de euros pagados a grandes grupos como Sanofi en concepto de crédito fiscal a la investigación. No es el Pacto Dutreil, que permite a los patronos, entre ellos el multimillonario Bernard Arnault, eludir el impuesto de sucesiones. 

Son los pensionistas que se benefician de una desgravación fiscal del 10%. Los beneficiarios de una pensión de invalidez o de una pensión alimenticia. Familias que pagan a un cuidador para atender a sus padres ancianos.

El Gobierno también apunta a los costes sanitarios. En un momento en que los hospitales están en estado de emergencia permanente y se cierran camas por falta de personal, Bayrou ha pedido «un método para el control del gasto». Por ello, las Agencias Regionales de Salud van a examinar cada establecimiento para saber dónde recortar.

El Gobierno ha descartado tocar los beneficios de los laboratorios farmacéuticos, los proveedores de equipos y los bancos que prosperan gracias a los hospitales, y ha descartado suprimir los 70.000 a 80.000 millones de exenciones de cotizaciones a la Seguridad Social que se conceden cada año a los empresarios, pero ahora ha centrado su atención en los pacientes.

Reducción de los subsidios diarios por enfermedad, limitación de las bajas por enfermedad, supresión del régimen ALD (enfermedad de larga duración) para los pacientes «en remisión», reforma del transporte de pacientes... la hoja de ruta del gobierno es clara. Ataca a los trabajadores lesionados, enfermos o agotados, y orquesta una campaña permanente para presentarlos como beneficiarios de ayudas sociales o defraudadores potenciales.

Mientras tanto, y sean cuales sean los vericuetos parlamentarios que se avecinan, dos presupuestos seguirán aumentando sin límite: el del reembolso de la deuda pública y el del ejército.

En ocho años, el presupuesto anual del ejército ha pasado de 32.000 millones de euros a 50.000 millones. La última ley de programación militar preveía que alcanzaría los 70.000 millones de euros en 2030. Apenas aprobada, esta ley ya ha caducado. Bajo la presión de Estados Unidos y con el pretexto de mejorar su defensa, los miembros de la OTAN acaban de comprometerse a gastar el 5% de su PIB en armamento de aquí a 2035.

Así pues, se espera que Francia aumente su presupuesto militar anual a 120.000 millones de euros, más del doble que en la actualidad. Para liberar esos fondos se están haciendo recortes en sanidad y en todos los servicios útiles para la población.

A diferencia de los habitantes de Ucrania, Oriente Medio o varios países africanos donde la guerra hace estragos, nosotros aún no estamos bajo las bombas y nuestros hijos no están en el frente. Pero ya estamos pagando la guerra. Nuestros hospitales están siendo asfixiados y nuestras condiciones de vida degradadas para construir aviones de combate Rafale y misiles.

¡Rechacemos sacrificarnos para alimentar los beneficios de Dassault, Thales y otros mercaderes de armas!

El gobierno justifica este aumento masivo del presupuesto militar por la necesidad de defendernos y de hacer la guerra si nos atacan. Pero es el gobierno el que nos ataca hoy. Es el gobierno el que nos hurga los bolsillos para enriquecer una y otra vez a la burguesía.

Los que hoy nos aprietan el cinturón, para pagar los intereses a los banqueros que se enriquecen con la deuda, se preparan para mandarnos a morir mañana para defender los negocios de los capitalistas franceses frente a sus competidores. ¡No debemos aceptarlo!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 7 de julio de 2025