Treinta años después del fin de la mili obligatoria, Macron quiere restablecer el servicio militar. Se tratará de un servicio de diez meses, tras el cual los jóvenes tendrán que servir en la reserva operacional durante cinco años, y serán los primeros movilizados en caso de una guerra.
Esta vez, ni el gobierno ni el ejército hablan de “mezcla social”. Obviamente, el sueldo de 800 euros está destinado a atraer ante todo a los jóvenes de las clases populares.
Ya no se trata de enseñarles un oficio. El objetivo que asumen es facilitar carne de cañón al ejército frente a los peligros que supuestamente amenazan al país. Es una etapa más en la marcha hacia la guerra.
Por el momento, se trata de un servicio voluntario… ¿para cuánto tiempo? Algunos políticos y jefes de Estado Mayor se lamentan ya de que no sea obligatorio y que no se pueda mandar a esos futuros soldados en operaciones exteriores.
En un discurso de tono muy marcial, Macron les pidió a los jóvenes que estuvieran “dispuestos a levantarse por la patria”. A diferencia del general Mandon, no añadió que debían estar dispuestos a morir, ¡pero ésa es la idea!
El llamamiento puede despertar vocaciones, porque es una calidad de la juventud el ser capaz de comprometerse por generosidad e idealismo para defender una causa que la trasciende, por ejemplo, la idea de que hay que defender a los suyos.
Sin embargo, cuando nuestros dirigentes llaman a defender la patria, no piensan en proteger a las viudas y los huérfanos sino su orden social injusto y desigual.
Se llenan la boca con la palabra “patria”… pero ¿y dónde está la patria para los trabajadores cuando los más ricos tienen todos los derechos, el de explotar a la clase obrera y mantenerla en la necesidad, incluso el de evadir de los impuestos y a menudo de las leyes?
¿Puede hablarse de patria cuando cientos de miles de personas malviven o no tienen casa, mientras hay cientos de miles de viviendas vacías? …¿y cuando parte del pueblo está sometida a las discriminaciones y el racismo que fomentan nuestros dirigentes?
Miles de jóvenes, en peligro en familias maltratadoras, son abandonados por la justicia y los servicios sociales privados de medios. Otros, excluidos prematuramente de la escuela, se ven abocados al ocio y al tráfico de drogas en barrios minados por la pobreza, el desempleo y abandonados por los servicios públicos. ¿Deberían entonces convertirse en soldados para defender a esa patria que nada ha hecho por ellos, menos sumirlos en la miseria?
La patria que Macron y demás políticos nos sirven hasta en la sopa es la de los multimillonarios, no la de los trabajadores y sus hijos.
Cada día, el valor y la abnegación de los ucranianos sirven de ejemplo de lo que hay que hacer para defender la patria.
Pero, ¿qué pueden pensar los soldados ucranianos que han sufrido y sacrificado casi cuatro años de su vida en la guerra cuando ven a Trump y a las potencias europeas repartirse con Putin las riquezas de su país? ¿Cuando su país, parcialmente destruido y endeudado para las próximas décadas, se ha vuelto completamente dependiente de Occidente?
¿Qué piensa la población ucraniana, privada de electricidad y expuesta al frío glacial, cuando descubre que los dirigentes cercanos a Zelensky han desviado enormes sumas de dinero de las empresas energéticas públicas, ya castigadas por los bombardeos rusos?
Así como lo escribió Anatole France después de la Primera Guerra Mundial: “Se cree que se muere por la patria, se muere por las ganancias de los industriales”.
No tenemos que confiar en unos dirigentes que se pasan el tiempo cuestionando nuestras condiciones de vida, el derecho al trabajo, a la salud y la educación. No confiemos en dirigentes que han fomentado una multitud de guerras por los intereses de los capitalistas y su dominación sobre países y continentes.
La campaña actual de belicismo contra Rusia que supuestamente amenaza a Francia (mientras que su ejército ni siquiera ha llegado a Kiev) es pura propaganda y mentira.
No es alineándose con políticos burgueses, su Estado y su ejército cómo se defenderá la justicia, el derecho de los pueblos y el de los trabajadores. Los jóvenes que quieren luchar por causas justas deben mirar en la dirección contraria y comprometerse con las ideas revolucionarias e internacionalistas, para derribar el orden social actual y construir un mundo nuevo.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 1 de diciembre de 2025